[Artículo originalmente publicado en La Vanguardia]
Otro año más, la cita de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), celebrada en Dubái, ha transcurrido con sobresaltos. La presidencia emiratí recibió muchas críticas, aunque fue capaz de lograr un acuerdo el mismo día de la apertura de la COP, algo excepcional, para hacer operativo el fondo de pérdidas y daños, establecido en la COP27 (en Sharm el-Sheij).
Por el momento, según datos de la presidencia, los compromisos para su dotación alcanzan los 792 de millones dólares. El fondo será gestionado de forma provisional por el Banco Mundial, pero posteriormente la junta de ese fondo deberá acordar cuál es el país anfitrión. La COP 28 ha concluido dando un importante paso: “el comienzo del fin de la era de los combustibles fósiles”.
Este año, una de las cuestiones más importantes en la mesa de negociación ha sido el balance mundial sobre la acción climática colectiva realizada en estos últimos cinco años para lograr los objetivos del Acuerdo de París. Este balance prepara el camino para el nuevo ciclo quinquenal, que comienza con la presentación de nuevos compromisos de mitigación y adaptación, así como de financiación en el caso de los países desarrollados, a incorporar en las contribuciones nacionalmente determinadas a presentar en 2025.
El balance se refiere a la mitigación, la adaptación, los medios que faciliten la aplicación de medidas por los países en desarrollo y las pérdidas y daños, entre otros. Ha sido complicado llegar a un acuerdo sobre dicho balance, fundamentalmente porque los países productores de petróleo, con Arabia Saudita a la cabeza, como ya pasó en la COP de Glasgow y de Sharm-el-Sheikh, se oponían a incorporar el compromiso de eliminar gradualmente el uso de los combustibles fósiles y al mismo tiempo los países en desarrollo consideraban que las negociaciones no tenían en cuenta el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas ni la equidad.
El borrador presentado por el presidente el lunes 11 desató la “ira” de muchos delegados
El borrador presentado por el presidente el lunes 11 desató la “ira” de muchos delegados, puesto que no hacía mención alguna a la necesidad de eliminar ni reducir ese uso. ¿Fue una estrategia para lograr ese acuerdo sin precedentes?
El borrador presentado en la madrugada del 13, aprobado por la COP, hace hincapié en la ciencia, pidiendo a las Partes que tomen una serie de medidas para, entre otras:
- lograr, a escala mundial, triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030;
- acelerar los esfuerzos hacia la eliminación progresiva de la energía del carbón hacia sistemas energéticos de emisiones netas cero, las tecnologías de emisiones cero y bajas, incluyendo, entre otras, renovables, la energía nuclear, las tecnologías de reducción y eliminación como la captura y utilización de carbono- esta última tecnología algo controvertida, contemplada en la futura “Ley” sobre una industria de cero emisiones netas de la UE-;
- acelerar y reducir sustancialmente las emisiones distintas del dióxido de carbono- como es el caso del metano-;
- transitar para dejar atrás los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, para ello también se ha acordado el contenido del programa de trabajo de transición justa creado en la COP 27, acelerando la acción en esta década crítica, a fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050 de acuerdo con la ciencia, o lo que es lo mismo, abandonarlos- siendo este el punto que ha permitido cerrar las negociaciones- y
- eliminar gradualmente las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles.
No obstante, el balance incluye muchas más medidas para mitigar el cambio climático como son las basadas en la naturaleza. Además, bajo el programa de trabajo sobre ambición en la mitigación e implementación, establecido en la COP 27, y que ha venido trabajando en este año, se han intercambiado experiencias relevantes para la mitigación.
En materia de adaptación, el balance global recalca el objetivo mundial relativo a la adaptación, que consiste en aumentar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático. La elaboración de dicho objetivo ha sido posible gracias al programa de trabajo Glasgow–Sharm el-Sheikh y que ha culminado con la adopción por la COP 28 del marco para dicho objetivo.
Entre los objetivos para 2030 de ese marco están lograr una producción alimentaria y agrícola resistente al clima y el suministro y distribución de alimentos, reducir el impacto del cambio climático en los ecosistemas y la biodiversidad, o proteger el patrimonio cultural de los impactos de los riesgos relacionados con el clima.
Igualmente se han adoptado otros objetivos iterativos para la mejorar las acciones de adaptación, entre ellos que, para 2030, todas las Partes hayan realizado evaluaciones actualizadas de los peligros climáticos, los impactos del cambio climático y la exposición a riesgos y vulnerabilidades, que sirvan para formular los planes nacionales de adaptación, instrumentos políticos y procesos y/o estrategias de planificación, y que para 2027, todas las Partes hayan establecido sistemas de alerta temprana de peligros múltiples y servicios de información climática para la reducción del riesgo.
«En materia de financiación, se reconoce la creciente brecha en las necesidades de los países en desarrollo»
En materia de financiación, se reconoce la creciente brecha en las necesidades de los países en desarrollo, señalando una estimación de sus necesidades de financiación de entre 215.000 y 387.000 millones de dólares anuales hasta 2030, y que hasta 2030 deberán invertirse en energías limpias unos 4,3 billones de dólares anuales, cifra que aumentará a partir de entonces hasta los 5 billones de dólares anuales hasta 2050, para poder alcanzar las emisiones netas cero en 2050.
Se recalca también el papel del sector privado para aumentar las inversiones. El próximo año, en la COP 29, a celebrarse en Baku (Azerbaiyán), tendrá que adoptarse un nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación que supere los 100.000 millones anuales destinados a los países en desarrollo para una acción por el clima.
Como en todas las COP, ha quedado patente que es difícil acercar las posiciones de las 198 partes contratantes de la CMNUCC pues se parte de situaciones y necesidades muy diferentes y la agenda de trabajo de cada COP aborda multiplicidad de cuestiones. No podemos desdeñar que en estos 28 años de trabajo se ha avanzado, aunque no siempre como hubiera sido deseable.
EEUU, uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, no firmó el protocolo de Kioto lo que contribuyó al aumento de sus emisiones. Sin embargo, a pesar de que esta COP se ha celebrado en un país productor de petróleo, el resultado es positivo, siendo una muestra más de la necesidad de la acción colectiva y concertada de la comunidad internacional para hacer frente a un problema global.
Ya de regreso en casa, es el momento de tomar medidas en el plano nacional para que todas estas decisiones adoptadas no queden en papel mojado.
Ana Barreira
Ana Barreira es directora y abogada del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA). LL.M en Estudios Jurídicos Internacionales (New York University) y en Derecho Ambiental (London University).